lunes, 27 de agosto de 2007

EL PODER IMPERIAL





La construcción monolítica del poder exige el cumplimiento de los compromisos pactados por el colectivo más allá de las prebendas tradicionales que coaccionan la ejecución de sus actividades beligerantes, las cuales necesita cumplir para mantenerse incólume y sin afectación. El incumplimiento de los principios que aupan el poder sólo puede obedecer a medidas drásticas impuestas desde la esfera de lo tenebroso, que en este caso, se refiere al numen-poder, también monolítico, monoteísta y reproductor de un linaje ambiguo anclado y atomizado en un sistema de valores, creencias e imaginarios al servicio de sus propios intereses; una coalición flagrante de corrupción despótica y religiosa, que atañe con la dimensión física y la metafísica; pretende la unión del mundo y el inframundo, de la luz y la sombra en un mismo acto de magnificiencia.



Cuando el poder pierde la perspectiva de lograr el asentamiento de lo social y dar satisfacción a las necesidades colectivas, sin distingo de razas, de estratos o sustratos, crea la avalancha de un proceder antagónico; es decir, genera sobre sí mismo las sogas que han de ahorcarlo y finalmente aniquilarlo.

Hacia una conciencia emocional del dolor y el sufrimiento. El trauma escuece desde la sombra, se ubica en el lugar polar del corazón, porque es de donde nace la zanja, desde donde se pervierte el olvido del tiempo feliz... La mandrágora crece en la tierra muerta y seca de Sémele; en la yerma; pues la mandrágora representa el sabor de lo genitivo, del engendrador sin señales de olmo ni recuerdo... Así crece el poder, genital, penetrador, dominante del orbe cuando se yergue como un obelisco, una torre o sobre la cenizas de lo humano, como en los dólmenes y los túmulos sembrados en el jardín de la muerte…

MIEDOS TENGO


TELEVISIO-O-O-O-O-O-O-O-O-O-ÓN...
(El lector debe pronunciar la “o” con un semitono ascendente, cada vez)

OLER LO HUERO



Miedos tengo, como cualquier mortal
No de corazón ajeno ni de su envidia
No de perder aliento ni espíritu ni voz
Tengo miedo del vidrio y del ojo azul
de los príncipes
De lo que se escucha tras naciones anegadas de coca, krack y heroína
Temo, cuando fragua la defensa y su ironía
La mente insípida del político
Pánicos siento
No del fantasma ni del misterio artificial del celuloide
No del terremoto ni de la capa reducida del ozono
No del maremoto ni de la bomba anciana de Hiroshima
Sino de todo aquel que me mira presionado por la ira del terror
Del que reza por su ego con erudición bíblica
Del que teje sus venganzas sobre el hambre del pendejo
Y del que bebe la sangre de niños explosivos
Que jamás aprendieron a vivir.

Pero de ti, muerte
Que eres un proceso, que eres natural
Que vienes pegada a cada paso de lo que vive
No puedo sino cifrar esperanza
De que tarde o temprano
Mi paciencia muera
Para derrumbar cristales ansiosos que dilapidan sin piedad
Y para que crezcan cerros de dudas
Como verdades heridas
Para no dejar que el automatismo
De las indetenibles máquinas
Aniquile mis manos ni engañe mis sueños
Con espejismos de libertad.


Agosto, 23 de 2005.