
VENEZUELA ES UNA AREPA
Que hay que saber aplaudir
Hija bien nacida, Madre bien preñada
–Veneta, Venezia, Venezuela Nuestra–
Ante las huestes de tus hijos de fuego y luz
Donde cruzaran barcos por diluviales aguas
Sobre cantos de ríos blancos, indios y africanos
Nos hincamos para pedir
A nuestros dioses primigenios
Por el nuestro pan de cada día:
Hermana sola, hermana una, hazme una arepa como una laguna
Hermano solo, hermano luno, hazme un relleno como ninguno
De sonrisa amplia, por manos aplauderas
Rodeada de leñas y carbones
De tanto hornillo fresco con olor a clavo
Con aceite quemado que se fije
A los platos de hierro con tesón
Con el deleite y la maravilla
De haberla hecho como a una criatura...
Así te cruzas con alegría, por las mañanas de un buen sol...
Como el único gran día de una sola creación
Que ha servido de consuelo para tantos todos como muchos y no pocos Venezolanos y Anas
Arepapa, Arenana, Dios te bendiga, Arepámá
Dios te bendiga mahíz y bendícenos cada día, Tierra
Danos agua, cada día, café con leche desde tu boca
Un romantón de cacao y un buche lleno de amor
Corónanos sobre la mesa, en el corazón madera
–Tanto en noche como en albor–
De la fulana arepa con relleno
De nuestra propia oración
Ensueño de fuego, costra de tierra blanca y quemada
Como un zanjón en betún, de pelo recio
Bituminosa faja que te adhieres a los dedos
Como un encolamiento para que no te despegues de la boca
Hasta haberte dado el último mordisco como un beso
Y un adiós
Que te ha llenado el pecho y que te hace creer
Que Dios está en cada techo para vernos crecer
Porque si no hay qué morder
Ni qué magullar
Entre lenguas y labios sedientes
Está la luna para cosechar
Nuestros lamentos y enviar
A la dorada hija del Sol
Y está el hervor de tus hombres y de tus mujeres
Para vigilar que nunca faltes
Cocida y hervida
Desde los adentros de esta tierra y de esta agua
–Hija Bien Nacida, Madre Beneta, Venezia, Venezuela–
Porque es bien grande y más bien arrecia en pundonor
La tierra que no hace falta que nadie más la defienda
Sino sus hijos bien crecidos y alimentados
Con el sagrado grano de Nuestra América.
Comienza cada día nuestro con el gesto de aplaudir la arepa

