A continuación presento el borrador de una entrevista que fue publicada en el año 2005, en la revista-periódico Por el camino, la cual no existe hoy en día...El preguntador fue Carlos "Pan" Duque,, estimado amigo mío y de la poesía!!!! Aqui no hubo cuchillo sino idea, la edición publicada fue diferente, así que esta es una nueva primicia! En ese tiempo, el editor, trató de amellar la idea de la muerte, como típico mediático con miedo a la crudeza.. y le puso "Lapoesía un antídoto para la muerte! o sea, que crucificó la entrevista y la volvió plana de ejecución... Espero reivindicar, ahora, lo que aquel entonces pretendió silenciarse! La muerte... es la muerte!!!!
POÉTICA DE LA MUERTE
Entrevista a Carlos Aguilar
Autor de Poética de la Muerte
Desde niño he sentido que la muerte es algo propio de uno; como cuando uno respira, así tiene necesidad uno de comer, de dormir, y necesidad un poco también de morir. Y tiene uno que reconocer que debe existir un espacio adentro como afuera, que es preciso activar para que se dé ese evento -el de la noción de muerte- y uno lo aprehende, lo va intimando y lo va asociando como parte de la vida; porque no es fácil sentir que la muerte puede ser cierta. A veces uno piensa si realmente ese acto final de dejar de respirar sea el mero fin de aquel primer inicio de haber empezado algún día a respirar ese aliento primero del nacer.
Carlos Duque (CD): ¿Ves la muerte como un acto final o como una sucesión de actos que conllevan a ella?
—Existe algo de aprendizaje en la muerte, te puede tocar a través de un susto, en un asalto, en una caída; a veces uno piensa que morir es algo muy lejano, cuando se está muy joven, -y eso es muy propio también del adolescente creyendo que siempre estará joven y nunca morirá-, incluso eso lo trato un poco en el libro, donde trato de reflexionar acerca de esas vivencias que poco a poco nos van acercando a lo que es el morir y desde niño cuando ves un pájaro muerto, una mascota que se va, o ves que las flores pueden mustiarse; entonces uno empieza a ver y probablemente a sentir que las cosas acaban, que todo tiene un inicio y un final, un desarrollo en la ley implacable que tiene la vida. Por ello, el poeta jamás será ajeno a la poética del morir; ¿Por qué el poeta va a dejar de hablar de la muerte cuando es algo tan propio de lo vivo, quién más que el poeta para sentirse vivo y saberse de morir. La mirada del poeta toca mucho la realidad, y es una mirada a veces oculta, que busca de lo que también se percibe sin mirarlo, porque hace resonancia en el interior de su alma. Pero al final es algo así como un estandarte vivir, y la muerte es así como una resurrección.
Notamos que en algunos de tus poemas está presente esa Poética de la muerte, la muerte como tópico y como imagen, que en casi todos los grandes poetas la han tratado.
—A veces la forma de vivir de uno deja mucho que decir sobre quién es uno y que es lo que pasa en nuestro interior, hablar de la muerte a lo mejor no es fácil pero la muerte no deja de ser tétrica, tampoco deja de ser algo que puedas llegar a conocer a fondo, por lo menos metafísicamente; es evidente sí que necesitas darle un espacio.Como las cosas malas, la maldad existe y no es que tú tengas que ser malo y vivir la maldad completamente, eso también sería de acuerdo a la posición ante la vida, y ante tus cuestiones éticas. Uno también puede tratar de vivenciar la muerte, como cuando se le muere a uno un familiar, cuando hay una caída del sol, muere el día, cuando muere un año, cuando muere un amigo. La muerte no puede estar ajena a la vida.
CD: Poética de la Muerte es tu primer libro publicado y a su vez ganó el concurso de la Bienal Miguel Ramón Utrera de la ciudad de Maracay. ¿Cómo nace este trabajo?
—Te voy a hablar de la época en que yo entré a la Escuela de Letras de la UCV, en el año 1980, yo me acuerdo que tenía una compañera, excelente poeta, Lourdes Sifontes.quien acababa de ganar unos premios de poesía en ese tiempo y había una especie de vorágine de premios, mucha gente joven escribiendo, mucha gente ganando cosas y siempre yo me sentí tan ajeno a eso, primero pensaba que escribía muy mal para participar en un concurso y segundo que me parecía terrible llegar con un poema o con un libro a un concurso y que tengas que esperar que otro te diga si vale la pena lo que has escrito o no. Por una parte es algo maravilloso que alguien te pueda leer y te pueda decir, esto tiene valor, tiene algo que vale la pena que sea conocido, que sea publicado, por otra parte también es un riesgo, porque en ese tiempo yo hubiera dejado de escribir si yo mando un poemario y no hubiese salido premiado, el narcisismo del creador, del creador innato si te dicen que este poema es feo ya tú no quieres escribir más. Pero también eso es un aprendizaje, uno aprende que lo valioso se hace primero dentro de uno.
Este libro fue escrito con sangre porque realmente son años de escribir. Yo empecé este libro en el año 84 cuando hice un taller con Juan Sánchez Peláez en el Celarg, que fue una de las experiencias más hermosas, nunca había conocido un poeta, casi yo lo tocaba y decía esto es un poeta de verdad, porque me asombraba ver que Juan Sánchez era tan cándido y al mismo tiempo profundo, y podía ser irónico y tenía humor, y escribía tan bien, o lo escuchaba recitar “Animal de costumbre”. Entonces, ese patetismo, esa vivencia muy cercana a los poetas, en ese tiempo estaba Elí Galindo, conocí a Camilo Guevara, a muchos poetas en ese momento, que me dio la impresión que yo tenía que escribir sobre la poesía, con un ímpetu, con unas ganas de decir las cosas con mis propias palabras y yo siempre tenía más acercamiento al ensayo, me gusta mucho Bachelard, María Zambrano y ante la necesidad de presentar una tesis de grado en la Escuela de Letras me vi obligado a preparar una especie de poética sobre lo que consideraba yo lo que era la poesía, cómo sentía ese trajín de la creación, esa alquimia, esa gestación. Para mí no es algo ajeno verlo escrito, esto es muy mío esto yo lo siento que es mío y no es porque sea muy original, sino mío porque yo traté de sentir en mí mismo qué era lo que yo hacía cuando escribía, qué percibía o qué recogía yo de la atmósfera de la realidad, de los mismos poemas o de la gente. Poética de la muerte me pareció que era más original que los títulos de los mismos ensayos, me regodeo un poco en tener una palabra definitiva, escribir como si tengo algo muy importante que decir y que tengo que decirlo con un tino, con un ritmo preciso, con unas palabras que busqué de no sé de que parte de mí mismo, no sé de qué parte de otro poeta, porque cuando uno lee poesía uno se adentra en el alma del poeta y se adentra en su vivencia y en su forma de ver el mundo, entonces yo me contagié de muchos poetas y además lo siento como parte de un linaje, como si eso estuviera pegado en uno, así como hay una ontogenia vamos a decir hay una filogenia una cosa que el poeta carga, como un estigma sabroso.
Uno de los capítulos de este trabajo aborda el tema de la alquimia En tu caso como poeta cuál sería esa relación entre alquimia-poesía-muerte.
—Tiene muchas cosas que decir la alquimia, primero yo entré a la alquimia de la mano en lecturas de Jung; empecé a leer muchas cosas suyas, uno de los primeros libros que hablaba de la alquimia china El secreto de la flor de oro Junto con Richard Wilhelm , y ese libro me fascinó, eso de sentir que la energía interna del cuerpo podía generar estados de ánimo, podía influir en los órganos, en las vísceras y uno podía trabajar desde el punto de vista somático químico, bioquímico las emociones, eso me parece interesante, yo creo que eso no es tan descartable, podría serlo desde el punto de vista científico, pero yo pienso que hay otra poética otra lógica que todavía no acabamos de entender, de captar los seres humanos y hay una respuesta que nosotros buscamos en nuestro propio cuerpo y en nuestra propia realidad, en la naturaleza, en el mundo en el calor y en el frío, y yo creo que esos fríos y esos calores y esas fiebres, esos derrumbes emocionales que tiene el poeta lo catapultan, lo van metiendo en una especie de pozo donde confluyen emociones, vivencias, realidades, formas de ser, algunas veces hasta uno cambia la manera de ser, un día amaneces que te da la luna o le dio mucho sol entonces yo pienso que la alquimia es parte de la poesía en cuanto tú tienes que decantar un logos, porque la poesía puede ser logos pero también puede ser emoción pura; buscar ese equilibrio, esa confluencia de los contrarios desde lo femenino lo masculino, lo positivo y lo negativo sin ser un valor ético sino un valor energético casi, yo creo que sopesar esa cantidad de polaridades que existen en el hombre, en el humano, en su corazón, en su hígado, en sus riñones, en el miedo en el pavor, en el amor, en el odio, en tantas emociones. Nosotros somos vaso de eso, entonces la poesía también es un vaso, es una forma y también es reflejo y uno proyecta en los poemas mucho de lo que es uno, de su emoción, entonces uno trabaja eso pensando, como sudando la milla, sudando la palabra, sudando la letra, en el aspecto en que se nutre de diversas partes la palabra y algo queda y después tu vuelves sobre ello y tienes que limar palabras, cortar, erradicar, hasta que te queda un zumo, te queda algo decantado, algo que ha pasado por un crisol, que es por la mente, por el logos, por lo que tú le quieras llamar por la experiencia por la actividad lúdica, por el lenguaje que maneja uno contínuo y lo va haciendo a uno, el poema lo hace a uno poeta, no es que uno llegó y ya es poeta, no, se empieza a trabajar el poema ahí comienza a sortear ese sentido de lo que es la poesía, qué es la poesía para mí, cómo va a ser el poema qué idea tengo yo de lo que es la poesía, yo creo que eso es la poesía y de allí creo yo que he aprendido, yo no digo que ya yo sea un poeta, pero si he estado allí trabajando, yo quiero hacer poesía, quiero hacer un poema, quiero escribir un ensayo, hay un sentido que uno busca en la realidad y que lo patenta que lo hace rostro en un poema, de allí es que viene –para mí– la alquimia de la poesía.